viernes, 12 de agosto de 2011

DÍA 12: ANANTAPUR (Día 3)

Ha llegado el día de conocer a Govardhana. Le apadrinamos María y yo en el 2005. En realidad soy consciente que lo del apadrinamiento es más marketing que otra cosa, afortunadamente, el dinero que uno aporta va a todo el megaproyecto en general y no al niño en cuestión. Hemos ido recibiendo cartas con dibujos, pero, impresentables como somos, nunca le hemos dado nada de feedback. Ahora hasta me da un poco de vergüenza presentarme, pero en realidad, me apetece mucho y sé que para ellos es una acontecimiento extraordinario.

En el desayuno me despido de Xavi e Izel, aquí han estado muy mimados, como todos, ahora en solitario, empezarán un viaje increíble (recuerdo que Xavi va en silla de ruedas).

El pueblo de Govardhana, Hireturpi, está a más de 120 kms de la sede de la fundación, por lo que me convocan a las 9:00. Me presento puntual, me asignan chófer y traductora. Y los tres emprendemos la ruta.

Sólo ha sido un día y no tengo la capacidad para explicarlo bien, pero de este día, de este viaje, un buen guionista sacaría material de sobra para una road-movie. Nos han pasado muchas cosas, hemos ido conociéndonos, emocionándonos, riendo, los personajes hemos evolucionado a lo largo del día...

La traductora no es del equipo habitual que nos acompaña siempre. Nos presentamos, se llama Vijaya, tenemos 3 horas por delante para llegar al pueblo, afortunadamente es muy maja y tiene muchas ganas de hablar castellano. Bueno, pues hablar con Vijaya se convierte en otra experiencia que recordaré toda mi vida. No sé que pasa estos días, que todo lo que me pasa es increíble. Primero le voy explicando cosas de mi vida, de cómo nos organizamos en España, luego le pregunto por Vicente Ferrer, me cuenta que aquí nadie duda (incluida ella) que era un Dios, sin matices. Me explica que a parte de por todo lo que hizo, lo saben porque siempre sonreía, y eso es propio de dioses. Luego le pregunto por ella misma y me explica su vida. Tiene 34 años, dejó los estudios sin terminar, se casó con 18 años, a los 21 ya tenía 2 niños y un futuro de humilde ama de casa, sin ninguna perspectiva, y así fue hasta hace unos 5 años. A su marido lo contrataron como chófer en la FVF y se vinieron a vivir en unas casas que hay dentro del propio recinto. Un día, el mismísimo Vicente Ferrer la vió barriendo y le preguntó quién era y qué hacía. Vicente le dijo que no podía ser, que tenía que acabar los estudios y trabajar aquí mismo. Vijaya, como muchas mujeres indias de casta baja casi no se consideraba a si misma ni ser humano y se mostró reticente, pero Vicente le insistió durante varias semanas y al final la convenció. Se puso a estudiar, luego se puso con el castellano, y hoy es una más del equipo de traductoras de la FVF. Es una mujer que vale muchísimo, tiene mucha habilidad social, se manejó todo el día con muchísima seguridad. Lo más emocionante para mi encima, fue que me confesó luego por la tarde que nunca había hablado de todo ésto con ningún español, y menos con un hombre, que conmigo se había sentido muy cómoda y que por primera vez había sido capaz de hablar de ella misma. Me hizo sentirme en una nube.

Lo normal es comprar regalos para el niño y la familia el día antes de la visita, pero no tuve tiempo. Tampoco de hacerlo por la mañana en Anantapur porque estaba todo cerrado, así que a medio camino paramos en un pueblo que Vijaya no conoce y nos bajamos a comprar ropa para toda la familia. Al principio le da vergüenza, pero le insisto para que seleccione ella todo. Si no sé nada de moda occidental, de lo que gusta en la India rural ya ni hablamos... Selecciona camisa y pantalón para Govardhana y sus dos hermanos, un sari sencillo para su madre y una camisa para el padre. Pide precio y le sueltan 2500 rupias. Hablamos en castellano, le explico que llevo sólo 2 mil. Vijaya me dice que hagamos una estrategia para intentar sacarlo por 1900. Me dice que me haga el indignado y me vaya al coche. Y eso hago, salgo de la tienda despotricando: "too expensive! let's go to another place!". Al minuto viene Vijaya al coche, ya han bajado a 2100, pero tenemos que hacer ver que sigo indignado porque nos están observando. Hasta cierro el coche de un portazo. Vuelve a la tienda, y al rato sale sonriendo, lo hemos sacado todo por 1700! (imposible bajar una rupia más). Y ha sido divertidísimo.


Ya llevamos más de dos horas de viaje. Paramos en una oficina de la FVF desde la que gestionan esta región. El encargado también es entrañable, está eufórico por tenerme allí. Me invitan a café. Cualquiera les dice que no, pero como bien saben los que me sufren a diario, es un gran error hacerme beber café, lo que me faltaba por si no estaba ya nervioso... me lo bebo...

Y ya llegamos al poblado... Son 4 casas y otras tantas chozas. Hacía ya un buen rato, que le confirmaron por móvil a Vijaya que me estaban esperando, de hecho, llevan 3 semanas emocionadísimos preparándolo. Bajo del coche, y me encuentro de sopetón a Govardhana rodeado por unas 30 personas, todo el pueblo. Hoy no ha ido nadie a trabajar, me cuentan. Govar ha resultado ser especialmente tímido, y está bloqueado el pobre. Le ayuda su hermano mayor (Govardanha tiene 10, este 12), mucho más extrovertido. Me saluda, me pone una guirnalda y me dice algo que se ha aprendido pero no le sale, entrañable. Me dirigen hacia la casa, los 25 metros que hago del coche a la casa tengo delante a una mujer haciéndome un caminillo de pétalos, de película. En la casa, me siento, me agasajan a galletas, cocos, manzanas, ... e intentamos hablar un poco. Les doy los regalos. La familia entera desaparece, vuelven enseguida todos vestidos con lo que les hemos comprado. Le regalo a Govardhana también una foto de María y mía que he traído expresamente (me dicen que la pondrán en el altar que tienen con varios dioses y antepasados, como en todas las casas hindúes). Ahora hablamos más, aunque no estoy muy fino y la conversación resulta bastante torpe, menos mal que Vijaya echa varias manos, me ayuda mucho y que el padre es un tío encantador, súper humilde pero muy majo. Entre otras cosas, me dicen que para ellos soy un Dios, también sin matices, en serio. Vijaya me dice que no intente explicarles, que no me van a creer. Recuerdo lo que me dijo antes de Vicente e intento sonreír todo el rato, no es muy complicado. Aunque hay otros niños apadrinados en el pueblo y en los alrededores, nunca había aparecido ningún padrino español por aquí. Me cuentan que para ellos el día de hoy pasará a ser celebrado cada año. En fin... sin palabras. Me explica el Govar que quiere ser maestro de mayor, que va muy bien en el cole y que un amigo suyo tiene un bate de cricket y juegan siempre que pueden. Yo, adopto mi papel de Dios, y me permito transmitir dos únicas ideas: que nunca dejen de estudiar (no hace falta, el padre, que no estudió nunca, lo tiene clarísimo) y que el día que se case, respete a su mujer. Pregunto y me explica el padre que si no hubiera venido la FVF a ayudarles, los 3 niños ya estarían trabajando en el campo todo el día, no habrían aprendido ni a leer ni a escribir. Les hablo de mi familia, de la de María, me dan recuerdos para todos.



Pero, como vengo diciendo, no sé que pasa en mi vida estos días... aun hay un último giro. Al final, cuando ya me voy a ir, el padre me explica que esta mañana, sólo hace unas horas, ha muerto el hermano de su mujer. Pero que hoy era un día de fiesta, de alegría, y que tenían que recibirme así, que para ellos mi llegada era superior a la tristeza de la muerte. Piel de gallina total. Increíble, que un hombre analfabeto como él, fuera capaz de tener la inteligencia emocional de guardarse esa información para el final, y me lo expicara como me lo explicó, que ahora todos se iban a estar con su hermana... No sé que decirles, me levanto y abrazo al hombre. El tío sigue sonriendo...

Me hago fotos con todo el pueblo, me aplauden, me hacen pasillo hasta el coche y me voy. Al final, justo ya en el coche, diciendo adiós, por fin sonríe Govardhana.


Reemprendemos la marcha. El viaje de vuelta resulta divertidísimo. El chófer es un cachondo, y hacemos muchas bromas. Volvemos a la oficina en la que tomé el café y ahora me invitan a comer, han preparado expresamente un montón de cosas. Todo buenísimo. Son como mi abuela, tengo que luchar para que dejen de rellenarme el plato y ofrecerme nuevos manjares. Hacemos tiempo para que el chófer haga la digestión. Me explican un montón de cosas, por ejemplo, que en India no existen vacaciones, nunca. Sólo un día semanal y se pueden intentar pedir 4 o 5 al año. Este año el 15, que es la fiesta nacional cae en Lunes, y están ilusionados porque tendrán 2 días seguidos, el chófer quiere pedir 2 más, y con 4 irse a Tirutipati con su familia, el templo de peregrinación más importante de la región. Alucinan porque ya tengo trenes reservados para de aquí 10 días. Ellos nunca planifican con antelación, si supieran que ya tengo sacados unos billetes de avión para ir a Sevilla en Febrero....

Arrancamos otra vez. Vijaya me pide permiso para parar en un pueblo porque quiere comprar un montón de alimentos para hacer una "puja" (se pronuncia puya, ofrenda) a la diosa Durga, y en ese pueblo las cosas son de mejor calidad y más baratas que en Anantapur. Me pregunta si me enfado si paran, le digo que me enfadaré si no paramos. Funciona. Se compra de todo por 200 rupias, un dineral para ellos, pero me cuenta que es la puja más importante del año. Está super contenta. Necesitan agradecerme el "favor", primero quiere invitarme a café, pero acaban haciendo una cosa mucho mejor. Me paran en la atracción turística (de turismo indio, aquí no pasa nunca ningún extranjero) de la zona. Un gigante tumbado al que se puede entrar dentro. Le dejo que me pague las 10 rupias que vale entrar, es muy divertido, el chófer que es como un niño grande se dedica a jugar con el eco dentro del gigante.

Todavía volvemos a pararnos (me piden permiso) porque hay dos camiones que se han quedado tirados en una subida y nuestro chófer por lo visto es mecánico. Les ayuda y uno al menos, consigue arrancar de nuevo.

Y ya casi de noche, llegamos a Anantapur. Me despido de Vijaya emocionado por todo lo vivido, sin ella habría sido muy diferente. Cuando vuelva a España escribiré a la FVF explicándoles la gran guía que ha sido conmigo, e intentaré a ver si es posible mandar alguna cosa para sus hijos.

Aun no se han acabado las emociones del día. Hay programado a las 20:00 un festival de teatro de los niños de los colegios de la FVF para nosotros. Buenísimo, por lo visto, han ganado varios premios por la región y no me extraña. A alguna actuación costaba entrar porque eran cosas religiosas que no se entienden mucho, pero hubo 2 de grupos de niñas que bailaban, espectaculares.

En primera fila está Anna Ferrer, y al acabar el espectáculo, por grupos nos hacemos la foto oficial de la visita que luego nos regalarán. Una pena que del grupo con el que he estado, ya sólo quedan por aquí Queta y Miguel Angel. Que li farem...

Otra buena cena y a descansar, aun me queda un último día en la Fundación.

2 comentarios:

  1. Jajajaja... no conocía yo esas dotes artísticas, simulando enfado por unas cuantas rupias...

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  2. (vuelvo a ser Jordi)
    Jeje. Ya puse que fue muy divertido. Hombre, en la India era un dineral, con 800 rupias, da casi para pagar 3 alojamientos!!!

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